García-Alós, J. M. (1980). ¿ Para qué sirve estudiar?. Arbor, 105(410), 229. https://www.proquest.com/docview/1301388116?pq-origsite=gscholar&fromopenview=true&sourcetype=Scholarly%20Journals&imgSeq=1
https://www.ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INESeccion_C&cid=1259948984778&p=%2F&pagename=ProductosYServicios%2FPYSLayout¶m1=PYSDetalle¶m3=1259924822888#:~:text=La%20tasa%20de%20actividad%20en,hombres%20(87%2C8%25).
Resulta curioso, cómo a pesar del paso del tiempo, todo estudiante se ha hecho esta pregunta, tratando de dar un sentido a su tarea que le motive y le impulse hacia delante. Esta duda es muy propia de los tiempos que corren, puesto que hoy necesitamos una finalidad práctica para sentir como válido el esfuerzo que realizamos.
El problema sería que, a diferencia del mundo laboral, el estudio no parece tener una recompensa a coto-medio plazo, lo que suele dar lugar a un desánimo constante. Además para los más jóvenes, el estudio no produce demasiada motivación en ellos porque no tiene un valor placentero o satisfactorio.
Así, se llega a un tema algo más profundo que el mero hecho de que ese estudio llegue a "servir" o no, puesto que como vemos no se logra dar una respuesta con claridad a la pregunta. Es aquí donde entra la segunda parte, imprescindible para tratar de dar una respuesta a lo anterior, así nos preguntaríamos qué entendemos por "estudiar".
Con el paso de los años esta palabra a pasado a tener, para la gran mayoría de estudiantes, connotaciones negativas, puesto que la tendencia ha sido desligarlo de la vida, realizar estudios muy divididos y abstractos que hacen que no se llegue a asimilar lo que se estudia, por lo que nunca se llegará a aprender, simplemente memorizar, y eso, como sabemos, no tendrá ningún beneficio ni aplicación concreta para la vida, produciendo cierta insatisfacción.
Durante muchos años se ha fomentado este modelo, pero no deja de producir insatisfacción en los estudiantes puesto que, se dejan de lado aspectos importantes de la persona como son la motivación o el entendimiento, que fomentarían un aprendizaje significativo y más adaptado a sus propias características.
Además, cuando se reflexiona a cerca de este "como" se estudia, se llega a la conclusión de que nadie sabe cómo hacerlo, simplemente se ven obligados a hacerlo por una fuerza externa. Así, el conocimiento de la manera de hacerlo nos conducirá con mayor éxito a dar respuesta a la pregunta de para qué. Todo esto nos invita a, en un futuro, apostar por enseñar acerca de las técnicas de estudio, técnicas útiles que no solo garanticen unas calificaciones altas sino que el alumno se sienta competente en diferentes aspectos y realmente almacene conocimientos con sentido, relacionaos entre sí y le lleven más allá de la propia prueba para la que se preparan.
Relacionando este tema con la actualidad, vemos que no es solo un problema que preocupa a alumnos que están activos en las aulas hoy, sino que se extiende a la población en general. Puesto que, una vez terminada la Educación Obligatoria, la persona en cuestión deberá determinarse por continuar formándose y obtener el acceso a la Universidad o Formación Profesional, o adentrarse en el mundo laboral desde una edad temprana.
Desde la Encuesta de Inserción Laboral de los Títulos Universitarios (2019) llevado a cabo por el INE, de las 233626 personas graduadas en el curso 2013-2014 (58,5% mujeres y 41,5% hombres), cerca del 86% estarían ocupados y el 97,9% habría trabajado alguna vez desde la finalización de sus estudios.
Es por ello que, cabe concluir que los estudios son importantes, y además de tener beneficios cognitivos y de desarrollo de competencias importantes para la vida, gracias a los estudios superiores la posibilidad de entrar en el mercado laboral ascendería, lo que podrían llegar a garantizar una mayor calidad de vida laboral.
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